El camino empedrado
Había un camino, que descubrió una noche que escapo de casa. El camino se encontraba al lado de la carretera de tierra que llevaba a su casa desde el pueblo y empezaba detrás de un gran árbol, que parecía tener muchísimos años. El camino se adentraba en el bosque y no se podía ver a donde llevaba, aunque sin duda se preguntaba por que empezaba en un árbol.
Cuando lo vio, olvido por que había escapado de casa, se sentía tan absorbida por el, que todo lo demás se le fue de la cabeza. Empezó a recorrer su piedras y se sorprendió de lo bien que estaba hecho. La hierba no crecía entre las ranuras y estaba en mucho mejor estado que las calles del pueblo. Cuando apenas había dado unos pasos se pregunto si el camino seria antiguo y había sido cortado por el camino de ida a su casa. Así que deshizo sus pasos y fue corriendo al otro lado del bosque para ver la continuación del camino. Pero no había nada. Se adentro un poco entre los árboles intentando buscar algún rastro de piedras pero no encontró nada. Sin duda en ese lado nunca había habido camino.
Cabizbaja, volvió hacia el árbol donde estaban las primeras piedras y se quedo mirándolo un rato. Las piedras aprecian continuar por debajo de sus raíces, como si hubieran querido continuar el camino hasta el corazón del árbol. Sin duda, debía ser un árbol muy importante. Volvió a mirar hacia el fondo del bosque, donde se adentraba el camino. A ningún árbol parecía molestarle el camino, todos estaban en perfecta armonía con el. No solo parecía que hubiese estado ahí siempre, sino que además daba la sensación de que era ahí donde tenía que estar.
Pensó que sin duda todos los bosques, tendrían caminos empedrados como ese, aunque no sabia si lo habrían empedrado los lobos o los ciervos. Aunque, bien pensado, también podrían haber sido las hadas ¿pero para que querrían un camino las hadas sin podían volar? Tal vez habían sido las ardillas o los propios árboles, que al ir escarbando y encontrando piedras con sus raíces habían pasado el tiempo colocándolas. La cuestión, es que debía de ser algo muy importante.
Se puso a recorrerlo interesada, ya que pensó que tal vez llevaría a otro árbol importante. No obstante, cuando lleva un rato caminando por el camino, se dio cuenta de que tenía los zapatos rotos. ¿Se ofenderían los árboles si caminaba con esos zapatos por su camino? Recordó que tenía unos zapatos nuevos en casa, pero que eran para ir a la iglesia. Pero también recordó que se había ido de casa y que probablemente no la dejarían salir el resto del día. Se lo estuvo pensando un rato y al final decidió que como seguro que el camino estaría ahí al día siguiente y no quería ofender a los árboles, lo mejor era volver a casa lo antes posible.
Cuando sus padres se fueron por la mañana al pueblo, la dejaron sola en casa y ella les despidió desde la puerta. Tenía que irse al colegio dentro de un rato, pero había estado soñando con el camino. Soñó que al final del camino había otro árbol igual y allí había otra niña como ella, pero no podía ser. No obstante, se moría de ganas por comprobarlo. Se puso corriendo sus zapatos nuevos y de paso el vestido más bonito que encontró y fue corriendo a buscar de nuevo el camino.
Al llegar, saludo al árbol, que pareció responderle. No sabia bien si había sido por el movimiento de las ramas o por algún cambio en al corteza, pero le había dado esa impresión. Así que le dedico una sonrisa y se puso a recorrer el camino muy alegre. Todo parecía mas bonito que la tarde anterior, seria por la mañana o por que los árboles acababan de arreglarse para el nuevo día. Ella había jugado muchas veces en el bosque, pero el que había alrededor del camino, parecía muy distinto. Seria por que era al calle principal del bosque y, igual que pasaba en el pueblo, en la calle principal todo estaba mucho mas arreglado.
De repente, vio como una ardilla que iba con sus dos crías pasaba por al lado suyo, caminando muy tranquila y alegremente. La vio pasar seguida de sus dos crías muy detenidamente, caminando un poco mas despacio pero sin parar y cuando ya solo veía las colas una de las ardillitas se giro y le saco la lengua.
- ¿Qué haces?- La madre ardilla se paro y se puso en frente de su hijo, al que regaño severamente.
- Tranquila, no pasa nada.- Se adelanto ella a decir para evitar que la ardillita fuera regañada.
- Tranquila niña, esta se lo tiene mas que merecido, pro cierto, había visto muchas personas, pero ninguna venir por aquí.- Dijo dirigiéndose a ella y levantando la cabeza.
- Encontré el camino y me hizo curiosidad saber a donde llevaba. Lo encontré detrás de un árbol, del que parecía salir, ¿tu sabes a donde llega?-
- Vaya, así que no tienes ni idea de adonde va así es normal que nos hayamos cruzado.- Y paro un momento para reírse.- El camino es el bosque mismo y llega a todas las partes de el, solo tienes que desear llegar a algún lugar y el camino te acabara llegando.-
Se quedo un buen rato mirando a la ardilla muy extrañada, intentando entender lo que le había dicho. Mientras, las dos ardillitas se pusieron a jugar y la madre ardilla intentaba que se mantuvieran quietas sin dejar de prestarle atención. Le dio más y mas vueltas sin llegar a entenderlo bien hasta que en su cara tuvo que dibujarse cierto desconcierto.
- No te preocupes niña, ya lo entenderás. Por cierto, ¿cuál es tu nombre?-
- Carolina, encantada de conocerte. ¿Y cual es el tuyo?- Pregunto mientras hacia una reverencia y dejaba la comprensión para mas tarde.
- Lurlin. Y te pido que me disculpes, pero llevaba a estos al colegio.- Dijo mientras se giraba y volvía a ponerse en la delantera de los pequeños.
- Perdona, ¿podría acompañaros? Nunca había visto ardillas hablar y me hace curiosidad ver como es un colegio de ardillas.- La verdad es que acababa de pasarle por la cabeza el hecho de que estaba hablando con una ardilla.
- Claro, pero, ¿tu no tendrías que ir a la escuela?- Dijo Lurlin girándose y mirándole medio mosqueada.
- Si, pero aun tengo tiempo.- Dijo ella sintiendo como si hubiese sido su propia madre la que se lo hubiese preguntado.
- Bueno entonces, pero luego tendrás que ir al colegio, me asegurare de ello.-
Y tan tranquilamente se puso a caminar de nuevo, seguida de sus dos hijos y de Carolina, que se esforzaba en seguir sus pasos. Al poco tiempo de caminar por el camino empezaron a aparecer más y mas ardillas con sus hijos, algunas seguidas de tres, otras de dos y hasta una que además de tres llevaba un pequeñín subido en su espalda.
Continuara (si, si, algun dia)
Cuando lo vio, olvido por que había escapado de casa, se sentía tan absorbida por el, que todo lo demás se le fue de la cabeza. Empezó a recorrer su piedras y se sorprendió de lo bien que estaba hecho. La hierba no crecía entre las ranuras y estaba en mucho mejor estado que las calles del pueblo. Cuando apenas había dado unos pasos se pregunto si el camino seria antiguo y había sido cortado por el camino de ida a su casa. Así que deshizo sus pasos y fue corriendo al otro lado del bosque para ver la continuación del camino. Pero no había nada. Se adentro un poco entre los árboles intentando buscar algún rastro de piedras pero no encontró nada. Sin duda en ese lado nunca había habido camino.
Cabizbaja, volvió hacia el árbol donde estaban las primeras piedras y se quedo mirándolo un rato. Las piedras aprecian continuar por debajo de sus raíces, como si hubieran querido continuar el camino hasta el corazón del árbol. Sin duda, debía ser un árbol muy importante. Volvió a mirar hacia el fondo del bosque, donde se adentraba el camino. A ningún árbol parecía molestarle el camino, todos estaban en perfecta armonía con el. No solo parecía que hubiese estado ahí siempre, sino que además daba la sensación de que era ahí donde tenía que estar.
Pensó que sin duda todos los bosques, tendrían caminos empedrados como ese, aunque no sabia si lo habrían empedrado los lobos o los ciervos. Aunque, bien pensado, también podrían haber sido las hadas ¿pero para que querrían un camino las hadas sin podían volar? Tal vez habían sido las ardillas o los propios árboles, que al ir escarbando y encontrando piedras con sus raíces habían pasado el tiempo colocándolas. La cuestión, es que debía de ser algo muy importante.
Se puso a recorrerlo interesada, ya que pensó que tal vez llevaría a otro árbol importante. No obstante, cuando lleva un rato caminando por el camino, se dio cuenta de que tenía los zapatos rotos. ¿Se ofenderían los árboles si caminaba con esos zapatos por su camino? Recordó que tenía unos zapatos nuevos en casa, pero que eran para ir a la iglesia. Pero también recordó que se había ido de casa y que probablemente no la dejarían salir el resto del día. Se lo estuvo pensando un rato y al final decidió que como seguro que el camino estaría ahí al día siguiente y no quería ofender a los árboles, lo mejor era volver a casa lo antes posible.
Cuando sus padres se fueron por la mañana al pueblo, la dejaron sola en casa y ella les despidió desde la puerta. Tenía que irse al colegio dentro de un rato, pero había estado soñando con el camino. Soñó que al final del camino había otro árbol igual y allí había otra niña como ella, pero no podía ser. No obstante, se moría de ganas por comprobarlo. Se puso corriendo sus zapatos nuevos y de paso el vestido más bonito que encontró y fue corriendo a buscar de nuevo el camino.
Al llegar, saludo al árbol, que pareció responderle. No sabia bien si había sido por el movimiento de las ramas o por algún cambio en al corteza, pero le había dado esa impresión. Así que le dedico una sonrisa y se puso a recorrer el camino muy alegre. Todo parecía mas bonito que la tarde anterior, seria por la mañana o por que los árboles acababan de arreglarse para el nuevo día. Ella había jugado muchas veces en el bosque, pero el que había alrededor del camino, parecía muy distinto. Seria por que era al calle principal del bosque y, igual que pasaba en el pueblo, en la calle principal todo estaba mucho mas arreglado.
De repente, vio como una ardilla que iba con sus dos crías pasaba por al lado suyo, caminando muy tranquila y alegremente. La vio pasar seguida de sus dos crías muy detenidamente, caminando un poco mas despacio pero sin parar y cuando ya solo veía las colas una de las ardillitas se giro y le saco la lengua.
- ¿Qué haces?- La madre ardilla se paro y se puso en frente de su hijo, al que regaño severamente.
- Tranquila, no pasa nada.- Se adelanto ella a decir para evitar que la ardillita fuera regañada.
- Tranquila niña, esta se lo tiene mas que merecido, pro cierto, había visto muchas personas, pero ninguna venir por aquí.- Dijo dirigiéndose a ella y levantando la cabeza.
- Encontré el camino y me hizo curiosidad saber a donde llevaba. Lo encontré detrás de un árbol, del que parecía salir, ¿tu sabes a donde llega?-
- Vaya, así que no tienes ni idea de adonde va así es normal que nos hayamos cruzado.- Y paro un momento para reírse.- El camino es el bosque mismo y llega a todas las partes de el, solo tienes que desear llegar a algún lugar y el camino te acabara llegando.-
Se quedo un buen rato mirando a la ardilla muy extrañada, intentando entender lo que le había dicho. Mientras, las dos ardillitas se pusieron a jugar y la madre ardilla intentaba que se mantuvieran quietas sin dejar de prestarle atención. Le dio más y mas vueltas sin llegar a entenderlo bien hasta que en su cara tuvo que dibujarse cierto desconcierto.
- No te preocupes niña, ya lo entenderás. Por cierto, ¿cuál es tu nombre?-
- Carolina, encantada de conocerte. ¿Y cual es el tuyo?- Pregunto mientras hacia una reverencia y dejaba la comprensión para mas tarde.
- Lurlin. Y te pido que me disculpes, pero llevaba a estos al colegio.- Dijo mientras se giraba y volvía a ponerse en la delantera de los pequeños.
- Perdona, ¿podría acompañaros? Nunca había visto ardillas hablar y me hace curiosidad ver como es un colegio de ardillas.- La verdad es que acababa de pasarle por la cabeza el hecho de que estaba hablando con una ardilla.
- Claro, pero, ¿tu no tendrías que ir a la escuela?- Dijo Lurlin girándose y mirándole medio mosqueada.
- Si, pero aun tengo tiempo.- Dijo ella sintiendo como si hubiese sido su propia madre la que se lo hubiese preguntado.
- Bueno entonces, pero luego tendrás que ir al colegio, me asegurare de ello.-
Y tan tranquilamente se puso a caminar de nuevo, seguida de sus dos hijos y de Carolina, que se esforzaba en seguir sus pasos. Al poco tiempo de caminar por el camino empezaron a aparecer más y mas ardillas con sus hijos, algunas seguidas de tres, otras de dos y hasta una que además de tres llevaba un pequeñín subido en su espalda.
Continuara (si, si, algun dia)
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